miércoles, enero 16, 2008

LUJAN. La ribera del río: el reino del abandono

LUJAN, Enero 16, (PUNTO CERO-El Civismo) Como un turista más, un periodista de este medio transitó por los espacios que se ofrecen a los visitantes en uno de los márgenes del río Luján.
Hay Unidades Balnearias Municipales cerradas y otras ofrecen un aspecto deplorable.
Los baños también exponen la falta de mantenimiento. Y los precios de todo están por las nubes.
El terraplén lindante con la calle Padre Salvaire, entre Las Heras y el puente Doctor Muñiz, es un buen exponente del turismo, pero de aventura; no religioso como el que vienen a realizar la inmensa mayoría de los turistas que recibe Luján. En la parte superior de ese terraplén hay una vereda que, cuando se hizo, buscaba facilitar el tránsito peatonal. Hoy su aspecto es de zona bombardeada. Hay baldosones que fueron levantados por las raíces de los árboles y otros directamente desaparecieron. Esa precariedad en el piso genera desniveles y pozos de grandes dimensiones.
Al paisaje se deben agregar yuyos y cardos de las más variadas especies y dimensiones, y basura de todos los colores y olores.
Con todo, esos espacios cotizan alto entre los turistas, porque son de los escasos terrenos cercanos a la Basílica Nacional en que el suelo es gratuito. Por ello, la zona suele llenarse de visitantes que arman su picnic a la sombra de los árboles, sin importar los alrededores.
Ni siquiera los espanta el constante caminar de caballos con sus improvisados jinetes que utilizan esa senda en semidestrucción para realizar paseos rentados. El alquiler de los potros se arregla a metros del puente Mitre, donde aparcan los cansados equinos. El problema para las narices sensibles comienza a la tarde, cuando el sendero descrito se llena de las heces de los caballos que, a su vez, pisotean todo el terreno.
Recién a la altura del restaurante El Colonial, donde el estacionamiento o el uso del recreo pasa a ser rentado, las malezas bajan su altura y se acumula menos basura.
En la bajada derecha del puente Mitre, el primer comercio dedicado a la gastronomía expone un auténtico muestrario de mesas plásticas (difícil encontrar tres iguales) y poco interés por la estética. A su lado, un negocio que vende "de todo", con diferencias notables entre los precios de costo y de venta, una constante en los locales de “venta general” de la zona histórico-basilical.
Unos metros más en dirección a San Martín se observa la Unidad Nº 6 "La Carreta", del rubro Pastelería y Heladería. Está cerrada y una de sus cortinas metálicas y el toldo verde del exterior parecen haber sido azotados por un tsunami.
Sobre una de las ventanas para atención al público de la Unidad Balnearia cedida a "Tercera Edad. Unión de Artesanos Nuestras Manos", un señor con un gorrito con visera dice conocer los cálculos para acceder a la numerología personal y, por supuesto, vende su conocimiento.
El hombre realiza unas cuentas a partir de las letras de cada nombre. Esos cálculos arrojan un número del 1 al 9. A partir de allí le dice al crédulo peregrino que su número es "tal" y le vende una fotocopia con todos los detalles que hacen a la personalidad de esa cifra, con el agregado, en fibrón negro, del nombre de la clienta de ocasión. Todo por la módica suma de 2 pesos.
A modo de publicidad, tiene colgada una fotocopia con el número "3", correspondiente a Susana (Giménez). Otra de las extrañas ofertas que recibe a los turistas.
Frente a esos locales, otra de las muestras del abandono: el mirador hacia el río Luján, de ventanas vidriadas, que sólo junta mugre y graffitis que revelan los años sin la aparición de una mano de pintura: "La plazoleta stona. 15/04/06".
Un peregrino que, sin duda, ya pasó por la zona, se mostraba triste porque en la Unidad Balnearia dedicada a juegos de kermesse, "Morgana", un viejo artefacto en el que apoyando las manos te revelaba tu suerte, está fuera de funcionamiento.

MÁS ABANDONO
La Unidad Balneria Nº 9 "Pago del Milagro", dedicada a Santería, también se mostraba cerrada, sin carteles que indicaran vacaciones o descanso de verano.
Igual aspecto presenta la Unidad Balnearia Nº 11 "La Estancia", destinada en los papeles a Regionales.
En las escalinatas del puente peatonal otra señora trata de juntar unos pesos, con permiso de quién sabe quién. Es una gitana que peina canas y ofrece a todos los que pasan "adivinar su suerte". Se sienta cerca del mediodía en esos
escalones y poco después de las 5 de la tarde la vienen a buscar para ayudarla a descender las escaleras.
Justo debajo de la calle San Martín, en una zona que el domingo pasado parecía controlada por un señor de camisa rosa, otro espacio permanecía cerrado: el puesto de venta de choripanes ubicado frente a la estación de salida del trencito. En ese sector, tapado por un toldo verde, El Toro se muestra domado, sin funcionar.
También resulta atractivo saber qué es lo que reposa sobre uno de los pilares del puente peatonal que desemboca en el Colegio Marista. Es una estructura de hierro con un viejo toldo azul que alguna vez fue un techo. Quedó ahí y nadie se digna a retirarlo.
A un costado de El Galeón, un barco que se balancea al compás de un ruido que mete miedo, el turista encontrará uno de los baños públicos, donde se ofrece agua caliente y mosquitos para pescar mojarritas.
El baño tiene una ventaja: su ventilación. Eso favorece la no acumulación de olores pestilentes y esa misma ventana permite el ingreso de una manguera que traspasa la reja, bordea una pared, cruza todo el piso del baño y se incrusta en un caño, debajo de las piletas. Así llega el agua a las canillas.
Por fuera del edificio se descubre que esa manguera "nace" en el baño de damas. Como si hiciera falta aclararlo, sobre una mesa un cartel avisa que "Los baños son debidamente desinfectados".
No menos precarias son las condiciones de los baños ubicados debajo del edificio La Cúpula. En el sanitario para hombres, la mayor parte de su piso está inundado y una sola lamparita ilumina la realización de las necesidades fisiológicas. Sobre una pared, una puerta de metal espera que alguien la vuelva a colocar en su lugar. Sobre otra, un tanquecito plástico de agua con un caño ciego pelea contra la gravedad. Desde la puerta, el baño de damas no presenta un aspecto diferente.
Para utilizar esos servicios, el visitante que eligió al recreo ya aceptó sus tarifas. Abonó 15 pesos por una mesa de cemento con sus bancos, 10 pesos para estacionar el auto y la comida se cotiza a 5 pesos "el chori", 5 pesos "la mila" y 5 pesos "el cono de fritas".
Con la remodelación de la plaza Belgrano, la calle San Martín en su primera cuadra (peatonal) se transformó en un conglomerado de vendedores ambulantes. El orden y las posiciones las establecen los propios comerciantes, organizados de modo de cuidar cada uno "su quintita".
La oferta comercial de esa cuadra se completa con una feria artesanal que comenzó a funcionar en el Salón Balcarce del Complejo Museográfico Enrique Udaondo, bajo el permiso de la gestión de Miguel Ángel Prince.
El añejo edificio abre su portal de la calle San Martín y se integra a la romería de la zona. Allí los que exponen y venden, ocupando toda su superficie, son los "Siempre Jóvenes, Dirección de Tercera Edad de la Municipalidad de Luján". Al menos eso indica el cartel sobre una de las paredes exteriores.
Esa no será la única feria disponible para los visitantes. En el salón central del Edificio La Cúpula, justamente donde funciona la Dirección de Turismo, los fines de semana abre una "Gran Feria" gratuita. En realidad, el calificativo “gran” es exagerado. El domingo había apenas cinco mesas con productos que variaban entre miel en frascos, bombachas, remeras, estampitas y estrenos de cine a 5 pesos o “3 por 10”.
En todo el sector que se recorrió para la redacción de esta nota (sólo un tramo de uno de los márgenes del río), es evidente una ausencia: la inversión.
Edificios, muebles y máquinas presentan el aspecto del mantenimiento justo y necesario. Incluso menos que eso.
La zona turística es la cara que los lujanenses le mostraron a los visitantes, con precios que ameritan otras condiciones. Ninguna mercadería de las que se ofrece está "marcada" con menos del 100 por ciento.
Hace años que las concesiones de las Unidades Balnearias están vencidas y también lo están sus prórrogas. Hay permisos de venta con más de una década de licencia de cara al futuro y otros que tienen como único respaldo la palabra de algún funcionario municipal. Esa precariedad, esa falta de reglas claras y de controles y exigencia, se nota, demasiado, al recorrer la zona. (PUNTO CERO-El Civismo).

No hay comentarios.: