miércoles, agosto 26, 2009

La fiebre por seguir en el poder se extiende por América latina. Por Carlos Fara.

“No es novedad que los presidentes de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), encabezados por el venezolano, Hugo Chávez, que hizo aprobar en su país una reforma que abre la puerta a su reelección ilimitada, busquen perpetuarse en el poder y difundir el llamado "socialismo del siglo XXI" a escala regional.
Sí lo es que el presidente colombiano, Alvaro Uribe, archienemigo de su par venezolano, intente gobernar otro período más, aunque ya había logrado una reelección en 2006.
El caso de Uribe, que confirma la regla, es una manifestación más de la fiebre reeleccionista en América latina. Por lo visto en los últimos años, se trata de una tendencia muy contagiosa: más allá de Chávez, también cayeron en la tentación de hacer aprobar sus respectivas reelecciones (aunque por un sólo período hasta el momento), Rafael Correa, en Ecuador, y Evo Morales, en Bolivia, dos estrechos aliados del mandatario venezolano.
Incluso Manuel Zelaya se perfilaba en Honduras a seguir el camino de sus mentores bolivarianos: procuraba convocar a una consulta popular no vinculante que abriese la puerta a su reelección, reforma constitucional de por medio, hasta que un golpe de Estado intempestivo lo depositó en Costa Rica... en pijamas.
Pero un tropezón no es caída: el nicaragüense Daniel Ortega, otro presidente del ALBA, quiere gobernar un mandato más y podría lograr la reforma que autorice su reelección este mismo año, según los analistas.
No obstante, la fiebre reeleccionista no es una tendencia de última moda. El anhelo de los gobernantes de perpetuarse en el poder se ha dado en los mismos orígenes de las naciones de la región. Pero sí puede señalarse a la década del 90 como el último ejemplo de una ofensiva en ese sentido.
En 1994, el entonces presidente argentino, Carlos Menem, logró una reforma constitucional que le permitió volver a candidatearse en 1995. Ese mismo año también obtuvo su reelección Alberto Fujimori, que gobernó Perú entre 1990 y 2000.
En 1997 se aprobó la reelección en Brasil, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, que fue reelegido en octubre de 1998. Esta reforma permitió al actual presidente, Luiz Inacio Lula da Silva, obtener un nuevo mandato a fines de 2006.
Pero Lula, en el punto máximo de su popularidad (un 70% de aprobación) ha dicho que no se presentará a un tercer mandato, pese a que su candidata Dilma Roussef figura actualmente rezagada en las encuestas. Su ejemplo no ha cundido en la región. Pero, a la luz de lo que está ocurriendo con los demás presidentes, Lula todavía tiene tiempo de arrepentirse: las elecciones en Brasil se realizarán en octubre de 2010.

Liderazgos fuertes
Para el consultor político Carlos Fara, la fiebre reeleccionista se produce tras una etapa en la que volvió el crecimiento económico en la región, lo que permitió consolidar liderazgos fuertes. "Los 80 fueron la década perdida. En los 90, hubo reformas neoliberales y crisis como la del Tequila, la de Brasil, la asiática, la rusa y la argentina en 2001, y después una fuerte recuperación económica en la región que confirmó liderazgos que tomaron ese impulso", dijo.
Así las cosas, cuando la crisis mundial vuelve a golpear las economías latinoamericanas, aquellos líderes que se consolidaron durante el crecimiento buscan mostrarse como los mejores pilotos de tormenta, sin alternativas de peso a la vista.
¿Pero por qué Uribe se suma al "club"? Porque puede: según Fara, es el principal aliado de Estados Unidos en la región, ha sido un socio efectivo en el combate de la narcoguerrilla y como contrapeso a Venezuela y a sus aliados, y además no hay figuras políticas que le hagan sombra.
El debate que surge es si su actitud es asimilable a la del "bloque boliviariano". Al respecto, el politólogo colombiano León Valencia destaca que Uribe ha presentado como argumentos para justificar su reelección la necesidad de que él continúe con su política de "seguridad democrática", que puso a la defensiva a las FARC, y que tiene un amplio respaldo popular, del orden del 69% de aprobación.
"Estos argumentos son normales en los caudillismos latinoamericanos, tanto de izquierda como de derecha", dijo Valencia a LA NACION. Y añadió que tales "caudillismos" se caracterizan por "atacar un solo tema que angustia a la población".
En el caso colombiano, según Valencia, el tema han sido los abusos de las FARC, en el venezolano, el uso discrecional de la renta petrolera; en Bolivia, la postergación de los indígenas; en Ecuador, la necesidad de la población de recuperar su orgullo nacional.
"Así estos gobiernos consiguen liberarse de la institucionalidad democrática: actúan por encima de la separación de poderes y acuden constantemente a plebiscitos, con lo que se transforman en democracias plebiscitarias. Eso es lo que los identifica, aún cuando supongan distintas posiciones políticas", añadió.
En cambio, el analista colombiano Alfredo Rangel considera que no pueden compararse los casos de Uribe y de Chávez. Hace unos días, dijo a LA NACION que en Colombia, a diferencia de lo que ocurre hoy en día en Venezuela, hay separación de poderes y organismos de control independientes".

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