viernes, septiembre 21, 2012

LA ALEGRIA DE LA INCLUSION Y EL ENOJO DE CACEROLAS. Por Carlos Fara.

En medio del operativo clamor estimulado La protesta del jueves. ¿Hasta qué punto la manifestación opositora representó el humor social? Distintas encuestas indican que el 50% de la población aprueba la gestión del Gobierno y piensa que su situación mejorará.

El nivel de convocatoria que tuvo el cacerolazo del jueves pasado fue importante. La protesta fue armada vía internet por distintas organizaciones “virtuales”, varias de ellas macristas, y luego los medios de comunicación masivos hicieron su aporte. La discusión futbolera sobre cuánta gente estuvo en Plaza de Mayo, 12 mil, 30 mil, 50 mil, no tiene demasiado sentido a la hora de evaluar los efectos políticos de la protesta. Uno de los dirigentes políticos que más exultante estaba al día siguiente era Mauricio Macri. Dijo: “El pueblo nos marcó que empecemos con las soluciones a los problemas”. El líder del PRO no será el primer ni el último político que presente a un sector de la sociedad como “el pueblo” en su conjunto. Es una maniobra discursiva habitual, que viene al dedillo para disparar el interrogante central de esta nota: el estado de ánimo de los argentinos, ¿es el que se vio el jueves en las calles de la Capital? (…)

Carlos Fara, consultor político, también habló con este semanario. Su visión no fue totalmente opuesta a la de Ramírez, pero tuvo matices. “El nivel de movilización fue significativo. Ese es un dato, teniendo en cuenta que no estamos en un año electoral. Ahora estamos en un momento en el que no es posible hablar de un humor social promedio. El sector que se manifestó el otro día está muy enojado con el Gobierno. Pero mañana podría haber una manifestación igualmente masiva de ciudadanos que están contentos.” Fara puso sobre la mesa las cifras de aprobación de gestión que tiene hoy el oficialismo. “Está rondando el 46%. Bajó un poco los últimos meses, pero sigue siendo muy alta.” Los indicadores de Ibarómetro sobre este punto son levemente más altos, ubican la aprobación de gestión en 50 puntos.

Hay otras cifras que sirven para indagar el humor social y que se han movido de modo más abrupto. Son las que analizan las expectativas. En este caso, es necesario un análisis minucioso y desglosado, ya que este indicador suele ser volátil y contradictorio. El año pasado, antes de las elecciones presidenciales, según las cifras de Fara y de Ibarómetro, alrededor del 65% de los argentinos creía que la situación económica sería igual de buena o mejor, en el futuro. Hoy, según Ibarómetro, ese indicador está por debajo del 49% y para Fara ha caído al 34%. (…)

Sobre los elementos que influyen en las expectativas, hay un rasgo para tener en cuenta. Fara remarcó que además de los indicadores económicos, esta percepción se deteriora si la población siente que hay demasiadas tensiones políticas. “Si la opinión pública percibe un exceso de conflictividad se pone pesimista acerca del futuro económico. Por eso en 2008 la pelea con las patronales rurales impactó en las expectativas, a pesar de que la situación económica no era mala.”

Una breve reflexión al respecto: más allá de que el Gobierno y la oposición puedan disparar a veces tensiones innecesarias, los medios de comunicación del establishment suelen inflar hasta lo imposible cualquier cosa que ayude a construir la percepción de que los niveles de tensión política en la Argentina son intolerables. La operación mediática, se ve, apuesta a lesionar las expectativas.
Hay otro indicador que es contradictorio (clásicamente) con el anterior. Es lo que responden los encuestados cuando se les pregunta sobre su situación personal. “En ese caso –explicó Fara–, el 50% piensa que en el futuro inmediato le irá igual de bien o mejor. Es decir que la percepción sobre lo que viene no es tan mala como puede parecer en el indicador sobre la situación global.”


El dilema opositor. La protesta del jueves pasado también tuvo un impacto sobre las fuerzas políticas opositoras. “Nosotros tenemos que tomar nota de lo ocurrido. Existe un vacío. Debemos intentar representar y canalizar estas expresiones”, remarcó el diputado radical Ricardo Gil Lavedra. “Esto se parece al Que Se Vayan Todos. Nosotros debemos hacernos cargo también, no solamente quienes gobiernan”, señaló el líder socialista Hermes Binner. Un interrogante para los opositores que dejó flotando en el aire el cacerolazo es si el sector de la sociedad que no simpatiza con el oficialismo está esperando una oposición más dura. (…)

Fara completó este cuadro aportando los últimos índices sobre aprobación de dirigentes opositores a nivel nacional. Macri tiene 29% de imagen positiva, mientras Binner se acerca al 50. “La sociedad está fragmentada. No hay un referente que pueda representar al conjunto de la opinión pública opositora”, dijo el consultor. También aportó otras cifras acerca de lo que la población supuestamente espera del espectro no oficialista. Dijo que el 36% sostiene que le faltan propuestas, que el 31% le pide que muestre más fuerza, y el 27% que se junten. “La sociedad es cambiante y contradictoria. Cuando se aliaron Francisco De Narváez y Ricardo Alfonsín fueron castigados en las urnas, así que hay que tomar con pinzas las demandas de unidad.”

Otro indicador que surge de las encuestas de Fara es que hay mayores niveles de polarización en la sociedad. “El 94% de los que dicen que votarán al Gobierno el año que viene aprueban fuertemente su gestión. El 86% de los que elegirán a un opositor la rechaza con vehemencia”, explicó el analista. “En la elección del año pasado no era así. En ambos casos la postura era más moderada. Había muchos encuestados que decían que iban a votar a Cristina aunque tenían críticas a su gestión. También había otros que elegían opositores y aprobaban varias cosas del Gobierno. Esto es algo que cambió.” (…)


Valores dominantes. Los niveles de aprobación de los dirigentes suelen ser volátiles, así como suben pueden bajar y volver a subir. Pero hay otros datos que se mantienen en el tiempo, que muestran el sentido común dominante en una sociedad. En los últimos años, un indicador que se mantiene estable, según las encuestas de Fara y de Ibarómetro, es que la mayoría de la población aprueba un alto nivel de intervención del Estado en la economía. El dato quizás sea una consecuencia lógica del brutal fracaso que el neoliberalismo tuvo en la Argentina. Para los analistas que hablaron con este medio, este “sentido común dominante” juega a favor del kirchnerismo. (…)
Fara coincidió son su colega. “Con las últimas medidas hay un poco de recelo. Pero en términos conceptuales, hace años que la población piensa que es bueno que el Estado intervenga fuertemente en la economía.” (…)

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