domingo, diciembre 16, 2012

El paradigma en el cuidado del adulto mayor

Los estereotipos negativos sobre el envejecimiento y el desinterés de un sistema que no ve a los mayores como un target apetecible de consumidores han trabado el normal desarrollo de nuevos modelos de cuidado para el adulto mayor.

Los estereotipos negativos sobre el envejecimiento y el desinterés de un sistema que no ve a los mayores como un target apetecible de consumidores han trabado el normal desarrollo de nuevos modelos de cuidado para el adulto mayor.

Sólo en pocos lugares del mundo se está modernizando este tipo de atención y en la Argentina, a través de algunas pocas iniciativas que se animan a romper con el molde establecido y dan respuestas a esa necesidad social.

Es el caso del recientemente inaugurado centro de día Comparte y Arte, donde el doctor Eugenio Semino –Defensor de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– brindó una concurrida charla abierta titulada "El ciclo vital y los nuevos modelos de envejecimiento" como parte del ciclo inaugural de actividades de acercamiento a toda la comunidad.

"Muchos adultos mayores no acceden a un tratamiento o a una atención adecuada por una cuestión cultural, persiste la idea de que la persona ‘en ningún lado va a estar mejor que en su casa’ y que ‘lo otro’ es la internación geriátrica. Nada remplaza al afecto que la persona necesita, pero ese afecto tampoco remplaza
la necesidad de una atención y un cuidado profesionalizados", reflexionó Semino.

Paradójicamente, agregó, "esa relación de afecto suele ser lo primero que se pierde cuando hay una discapacidad y su cuidador,
agobiado por la responsabilidad y sin recibir ayuda, ‘tira la toalla´".

El modelo innovador del nuevo Centro de Día, ubicado en la esquina de las avenidas Francisco Bilbao y Carabobo, cuya área geriátrica cuenta con la dirección del doctor Roberto Pereyra, se basa en el trabajo de un equipo interdisciplinario de profesionales de la salud, artistas y talleristas que busca dar
respuesta a una necesidad social.

"Nuestro propósito es cubrir una demanda real, algo desde nuestro trabajo de años con los adultos mayores en otras instituciones venimos viendo que hacía falta: un lugar realmente cálido y divertido de vinculación, es la forma más seria de trabajar en el cuidado integral de la salud y es la manera en que
nunca se debió dejar de atender a nuestros mayores", resumió Pereyra, quien además es el Jefe de la Unidad de Geriatría y Gerontología del Hospital Piñeiro y miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG).

El "mandato" y la frustración
Arraigado en especial en las familias latinas –como las argentinas- subyace un prejuicio sobre la tercera edad que ha impedido el desarrollo de alternativas más adecuadas para atender las necesidades a toda edad.

"Existe una moralina del siglo XVIII que dice que a los viejos hay que cuidarlos en la casa, y que sea la mujer de la casa quien se encargue de ellos, lo que lleva, en principio, a ratificar un concepto de dependencia femenina no visualizado socialmente ni siquiera por los sectores más feministas, porque es un fenómeno de
puertas adentro, pero hay cientos de miles de mujeres que viven encerradas en sus casas por hacerse cargo de la discapacidad de un adulto mayor", remarcó Semino.

Esa dependencia conlleva a su vez una relación de maltrato mutuo, de "burn-out" de la cuidadora, que no ha sido capacitada para esa ardua tarea y que siente relegada –las relaciones, la crianza de sus hijos, el trabajo, la sexualidad–, y de deterioro del anciano que no está recibiendo la atención adecuada.

Esa persona necesita cuidados especiales atendiendo a su situación personal: no es un enfermo terminal, sino que probablemente le quedan muchos años más por vivir.

A veces las demencias o el deterioro cognitivo hacen las cosas aún más difíciles para el paciente y para el cuidador, que además suele recibir fuertes presiones y reproches del entorno familiar que, sin hacerse cargo, no hace más que señalarle sus errores. Semino cree que toda esta presión social es sostenida en parte
por los Estados –no sólo en la Argentina– que así evitan hacerse cargo de estos sectores prácticamente excluidos, pero también del resto de la sociedad (incluso de las empresas), que no han desarrollado servicios adecuados para estas circunstancias tan comunes de la vida.

En este esquema binario donde todo es blanco o negro, "activo" o "pasivo", no parece haber lugar más que para esa suerte de reclusión domiciliaria, o la internación geriátrica. Los hogares de día públicos de la Ciudad de Buenos Aires –de los que actualmente existen 23– son una alternativa implementada
recientemente para empezar a cubrir esos huecos desde el Estado, pero la demanda de la sociedad los torna muy limitados: "Cada persona que ha estado trae por recomendación a otras cinco, con lo que es muy difícil que estos centros puedan darle la misma respuesta a todos".

De manera que consideró muy saludable que la actividad privada pueda ofrecer alternativas de calidad conformes a las nuevas tendencias, lejos del modelo de atención geriátrica predominante, "de carácter asilar".

También para Semino, la visión negativa y negadora de la vejez es otra de las razones principales por las que faltan –tanto a nivel público como privado– servicios adecuados para todas las edades de la vida: "Incluso es muy difícil explicarle al público el concepto de lo que significa un centro de día".

La plasticidad cerebral
Por otra parte, la investigación médica de avanzada ha venido desmintiendo –recién en los últimos años– la creencia de que todo ser humano viene al mundo con una capacidad cognitiva prefijada por una determinada cantidad de neuronas, y que a medida que pasan los años no le queda más que ir perdiendo células nerviosas –y por lo tanto, perdiendo capacidad cognitiva– sin posibilidad de recuperarlas.

Recientemente se descubrió que el cerebro tiene cierta capacidad de reorganizarse para preservar capacidades cognitivas, a la que se conoce como plasticidad neuronal; y se sabe, también, que ciertas actividades permiten estimularla. El descubrimiento de la plasticidad neuronal ha cambiado mucho las posibilidades en la rehabilitación cognitiva y en la preservación de la salud y de la autonomía.

"Esto nos ha permitido conocer el porqué de la importancia de la estimulación, y nos ha servido como base, por ejemplo, para ampliar las posibilidades y la eficacia de ciertas actividades", explicó Pereyra.
Para mayor información www.comparteyarte.com.ar. (Asteriscos TV).

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