miércoles, diciembre 05, 2012

La sobreexposición al sol y el cáncer de piel. Por José Calero.

Con el verano aumenta la exposición al sol. Más que nunca, conviene recordar el riesgo del bronceado extremo y el de no tomar recaudos a la hora de someterse a la acción de los poderosos rayos ultravioleta.


De la mano de la llegada del calor comienza la impaciencia por quitarse la palidez del invierno y la necesidad de exponerse al sol. Por eso, más que nunca, conviene recordar el riesgo del bronceado extremo y el de no tomar recaudos a la hora de someterse a la acción de los poderosos rayos ultravioletas (UV): es que la excesiva exposición solar y sin protección son las principales causas del incremento en todo el mundo de los casos de melanoma maligno, el cáncer de piel más letal.

“En los últimos 30 años la incidencia mundial de melanoma está en aumento, lo cual es lógica consecuencia de los cambios de hábitos como una mayor exposición solar, secundario a la nefasta asociación entre bronceado y belleza y/o entre bronceado y salud”, señala Gabriela Cinat, médica oncóloga de la Unidad Funcional de Melanoma y Sarcoma del Instituto de Oncología Angel Roffo.

Por su parte, Carlos Silva, jefe del Servicio de Oncología Clínica del Hospital Británico, añade: “El crecimiento del melanoma tiene que ver con varias cuestiones. En principio, todo cáncer implica una alteración genética, donde juegan un papel principal los factores externos que promueven las mutaciones. Uno de esos factores es la exposición indiscriminada a las radiaciones ultravioletas. Las modas llevaron a que la gente se exponga mucho más al sol: en la década del 20, las mujeres eran pálidas y delgadas; en los 50, eran pálidas y más bien rellenitas; y a partir de los 60 tienen que ser delgadas, esculturales y sumamente tostadas. Por lo tanto, hubo un aumento de la exposición a un agente carcinógeno. Sumado a eso, hay una mayor permeabilidad a las radiaciones ultravioletas debido a defectos atmosféricos causados por la contaminación ambiental”, explica Silva.

Según el especialista del Hospital Británico, además, hay una mayor incidencia de cáncer en general porque la gente vive más y, por lo tanto, se cuenta con más tiempo para que se produzcan mutaciones genéticas. “A principios del siglo XX, la expectativa de vida rondaba los 45 años y hoy está por sobre los 75. El melanoma –puntualiza– es el tumor que más ha aumentado porcentualmente en los últimos 50 años, con más de un 600 % de incremento”.

Sobre el melanoma

El melanoma es la forma más grave de cáncer de piel y su incidencia está aumentando a una tasa mayor que cualquier otro tipo de cáncer (con excepción del de pulmón en la mujer). Se estima que cada año lo desarrollan unas 200.000 personas en el mundo, y de ellas 44 mil desarrollan metástasis, es decir que sus células tumorales se expanden a otros órganos del cuerpo. Si bien sólo el 5% de los cánceres dermatológicos son melanomas, lo cierto es que éstos representan el 90% de todas las muertes por cáncer de piel en el mundo.

Si se lo detecta precozmente, suele ser una enfermedad curable, que se extirpa por medio de una cirugía. Pero si se lo diagnostica una vez que ya se extendió a otras partes del organismo (hígado, pulmones, huesos y cerebro), el pronóstico para los pacientes no es bueno: menos del 10% de quienes desarrollan melanoma metastásico sigue vivo cinco años después del diagnóstico.

En el país no hay datos precisos acerca de la incidencia de este tumor maligno en la población general, pero de acuerdo al Consenso Nacional Inter-Sociedades sobre Melanoma Cutáneo, la tasa cruda de mortalidad por melanoma para ambos sexos fue de 1,3 defunciones/100.000 personas durante el período 2000-2004, y se estima que es responsable de alrededor de 500 muertes al año.

Según el Instituto Nacional del Cáncer, entre 1980 y 2009 el número de muertes relacionadas al melanoma aumentó más del doble, con mayor número de casos en hombres (sólo en el 2009 produjo 299 muertes en hombres y 210 en mujeres).

"La edad promedio al diagnóstico de melanoma es menor a la edad promedio de diagnóstico de otros tumores malignos. Tanto en Argentina como en la mayoría de los países, el diagnóstico suele hacerse en individuos relativamente jóvenes (algo más de 50 años) y con muchos años de vida útil por delante, con el consecuente impacto social y económico”, destaca Cinat.

Nuevas armas terapéuticas
El tratamiento histórico contra el melanoma eran la quimioterapia y ciertos agentes inmunológicos como el interferón y la interluquina 2, pero los resultados eran limitados sobre todo cuando el tumor se había diseminado por fuera del sitio de origen (enfermedad metastásica).

“En las últimas tres décadas hubo muy pocos nuevos descubrimientos. Siempre fue un tumor de pronóstico reservado porque tendía a invadir múltiples órganos y tener escasa respuesta al tratamiento”, señala Silva, quien añade que, sin embargo, en los últimos años, con la llegada de las terapias biológicas que permiten tratamientos más personalizados, está cambiando ese panorama desalentador.

“El impacto de estos nuevos medicamentos se da en todo el área de la oncología: no es lo mismo tirar con una escopeta hacía la oscuridad, que tener un rifle de alta precisión en un bosque iluminado. Conocer los mecanismos íntimos de cada tumor permite identificar un blanco preciso, utilizar drogas dirigidas a esos blancos y, por supuesto, una respuesta mejor al tratamiento, mayor sobrevida y en muchos casos hasta hablar de curación”, se entusiasma Silva.

Recientemente la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó en el país el vemurafenib (cuyo nombre comercial es Zelboraf, de Roche), la primera y única terapia personalizada contra un tipo específico de melanoma avanzado, que afecta a la mitad de los pacientes que desarrollan esta forma agresiva de cáncer de piel.

Se trata de un medicamento oral y constituye la primera opción terapéutica “dirigida” en mejorar la sobrevida de pacientes con este tipo de melanoma metastásico en los últimos 20 años. Vemurafenib está indicado para pacientes adultos cuyo tumor presenta una mutación genética especial, llamada BRAF V600.

Una de las causas más comunes detrás de un melanoma es la mutación del gen que codifica a la proteína BRAF. El 95% de estas mutaciones, que estimulan la proliferación descontrolada de células cancerosas y ayuda a la sobrevida del tumor, corresponde a la denominada V600.

Vemurafenib actúa inhibiendo la acción de esta proteína mutada, evitando la formación de nuevas células cancerosas. “El Zelboraf consigue disminuir el tamaño del melanoma metastásico en la gran mayoría de pacientes que tienen melanoma con la mutación del BRAF V600. Así, eleva la sobrevida libre de progresión de 1,5 meses con quimioterapia a 7 meses”, grafica Antoni Ribas, profesor de Medicina, Cirugía y Farmacología Molecular en la Universidad de California (UCLA) que visitó la Argentina con motivo del lanzamiento del nuevo medicamento.

El vemurafenib se inscribe dentro de una nueva categoría de medicamentos denominados biológicos, que permiten una medicina personalizada dado que se utilizan en pacientes con un perfil genético determinado. Matías Chacón, Médico Oncólogo del Instituto Alexander Fleming y miembro de la Comisión directiva de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), resume los beneficios de la nueva terapia:

“Los estudios iniciales demostraron un beneficio clínico objetivo basado en la reducción del volumen tumoral en el 53% de los casos, con 5% de remisiones completas y 29% de estabilización de la enfermedad. El período libre de progresión fue cercano a los 7 meses y la sobrevida global mediana de 16 meses. En el estudio comparativo de casi 700 pacientes contra la dacarbacina, uno de los agentes terapéuticos utilizados cotidianamente, se observaron ventajas para el vemurafenib en términos de respuestas objetivas (48% vs 5%), tiempo a la progresión (5.3 vs 1.6 meses) y sobrevida global (86% de pacientes vivos a los 6 meses respecto de 64% con dacarbacina). En conclusión, se observó una reducción de riesgo relativo para sobrevida libre de progresión y sobrevida global del 74% para vemurafenib y 63% con dacarbacina”. Chacón concluye: “Además, tiene la ventaja de ser una terapia vía oral y no requerir infusiones intravenosas, uno de los pilares para el manejo ambulatorio de los pacientes”, indicó.

Consejos para la prevención
Fernando Stengel, médico dermatólogo y presidente de la Fundación del Cáncer de Piel, enumera cuáles son los principales factores de riesgo personal de desarrollar melanoma:

“Tener piel blanca, sobre todo aquellas personas que nunca se broncean y siempre se enrojecen; la presencia de muchos lunares, de diferentes tamaños y distintos colores; haber tenido quemaduras solares en la infancia, pubertad o adolescencia; la exposición a camas solares y algunas enfermedades genéticamente determinadas”, detalló.

Cinat agrega: “Las personas con cabellos rubios o rojizos y ojos claros, la exposición solar intensa de tipo intermitente, y tener antecedentes familiares o personales de melanoma”.

A la hora de pensar en medidas de prevención, los expertos insisten en la necesidad de cuidarse de la sobreexposición solar desde la primera infancia, y lo largo de toda la vida.

“Esto no quiere decir no tomar sol nunca; significa evitar las quemaduras solares siempre, y la exposición al sol en primavera y verano durante las horas del día en que la radiación es más intensa (cuando la sombra es más corta que la altura)”, recomienda Stengel. Además, el especialista aconseja cubrirse con ropas adecuadas, sombrero de ala y anteojos con filtro UV cuando no se puede evitar la exposición en horas de alta irradiación solar.

Y enfatiza: “No utilizar camas solares ni otros dispositivos de radiación ultravioleta jamás”. Según Stengel, éstas han sido declaradas como cancerígenas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"Diversos estudios recientes asocian a los usuarios de las mal llamadas ‘camas solares’ -ya que son camillas de radiaciones-, con el aumento en la incidencia de melanomas cutáneos. Además, elevan la incidencia de otras formas de cáncer de piel (el carcinoma espinocelular y el carcinoma basocelular), aceleran el envejecimiento prematuro de la piel, producen resecamiento y una atrofia (afinamiento) progresiva de la piel, facilitan la aparición de ciertas infecciones e inducen o agravan enfermedades sensibles al sol como el herpes viral”, describe. (Asteriscos TV).

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