viernes, septiembre 06, 2013

Muchos sufren de reflujo gastroesofágico

La acidez estomacal y otros factores, como la bacteria responsable de las úlceras, pueden causar toda una gama de serias complicaciones de las cuales el reflujo suele ser el primer síntoma. Modernos tratamiento permiten eliminar este molesto factor de riesgo para la salud en un 95% de los casos, antes de que cause complicaciones.
    
Hasta hace muy pocos años, no había más remedio que considerar a los problemas de acidez estomacal, el reflujo gastroesofágico y hasta las úlceras gastroduodenales como un problema psicosomático ocasionado por “los nervios”.

Y el caso es que, si bien es innegable que las emociones y ansiedades influyen en el funcionamiento de todo el aparato digestivo, ya que está surcado por una enorme cantidad de terminales nerviosas, en los últimos años se han identificado mucho mejor los mecanismos y los agentes que producen este tipo de problemas. Y con ello, han mejorado notablemente las soluciones que hoy existen.

Uno de los principales descubrimientos fue el de la acción de la bacteria Helicobacter pylori, cuya presencia, aunque se encuentra en el 40% de la población, resultó significativamente mayor en los casos de úlcera péptica y esofagitis.

Hoy esta bacteria es considerada un factor de riesgo para la salud gástrica, ya que su presencia también incrementa las posibilidades de ciertos cánceres de estómago y esófago.

La Helicobacter pylori prolifera en un medio ácido, con lo cual, junto con la acidez estomacal excesiva, conforman una combinación riesgosa. En este sentido, la acidez excesiva es un factor que, a diferencia de la bacteria, se siente y se sufre. Es además el principal síntoma de la enfermedad por reflujo gastroesofágico, que en la Argentina afecta o ha afectado a una de cada 4 personas.

El reflujo gastroesofágico se produce cuando parte del alimento deglutido es devuelto desde el estómago al esófago. Este resulta entonces invadido por las secreciones ácidas provenientes del estómago, que producen la sensación de molestia, dolor, ardor y, si el problema se hace frecuente, existe el riesgo de que se produzcan lesiones en las paredes del tracto digestivo.

El consumo excesivo de alcohol y de tabaco, una hernia de hiato (afección en la cual parte del estómago sobrepasa la base del diafragma) o la obesidad, están entre las posibles causas del reflujo gastroesofágico. Y frecuentemente, el consumo habitual de analgésicos y antiinflamatorios no esteroides (aspirina, paracetamol, ibuprofeno y otros) suma acidez agravando el problema hasta el punto de lesionar las mucosas de los órganos del aparato digestivo.

Durante muchos años, los antiácidos –en muchos casos, de venta libre– fueron la única opción para paliar este problema. Incluso, muchas personas aquejadas por el reflujo sentían un alivio momentáneo bebiendo leche. Pero como el problema de la secreción ácida está relacionado además con muchas otras patologías serias –gastritis, esofagitis, úlceras en el estómago, el duodeno y el esófago, o incluso carcinomas como el llamado esófago de Barrett–, la industria farmacéutica fue buscando opciones que fueran capaces de inhibir los propios procesos de producción de la secreción ácida, además de paliar los síntomas.

De esa manera, fue posible proteger las mucosas digestivas y evitar las múltiples complicaciones del reflujo y el exceso de acidez.

El avance farmacológico más importante en la lucha contra la acidez en los últimos años –y que ha hecho que el 95% de los casos de enfermedad por reflujo gastroesofágico tenga cura– han sido los inhibidores de la bomba de protones, que producen una modificación directa en las causas químicas de la acidez, actuando directamente sobre su origen en el duodeno.

Por su seguridad y eficacia, algunas presentaciones de este tipo de drogas han sido incluso aprobados para la venta libre, como el omeprazol en dosis de 50mg. Existen, sin embargo, otros inhibidores de la bomba de protones de mayor especificidad y eficacia, reservadas al uso médico.

Entre ellas se ha destacado recientemente el esomeprazol, que además de eliminar rápidamente el dolor y el ardor originados en la acidez péptica, favorece una rápida curación y completa cicatrización de la mucosa gástrica el tratamiento de gastritis y úlceras, previene las complicaciones derivadas del reflujo gastroesofágico y ha mostrado una eficacia mayor que otras drogas de este tipo en el tratamiento de enfermedades graves, como la esofagitis erosiva.

Un reciente estudio multicéntrico –realizado en diferentes países– que evalúa la acción del esomeprazol 40mg en comparación con igual dosis de pantoprazol, reveló en este sentido una mayor eficacia en la curación tanto después de 4 como de 8 semanas de tratamiento.

Este estudio multicéntrico, realizado sobre un total de 3170 pacientes, dio cuenta de que el esomeprazol resultó además un 6% más eficaz que el pantoprazol en la eliminación de los síntomas de la dispepsia, que pudo resolverse en más de las tres cuartas partes de los pacientes tratados por esta grave enfermedad. El esomeprazol se mostró eficaz en pacientes con infección por Helicobacter pylori y en los que no tenían la bacteria.

En la resolución del reflujo gastroesfágico, que puede además producir asma y erosión dental, influyen también los cambios en el estilo de vida, que mejoran la acción del tratamiento farmacológico. (Asteriscos TV).

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