lunes, abril 21, 2014

Cómo convivir con el tratamiento antihipertensivo

El 38% de los adultos en la Argentina son hipertensos, aunque muchos no lo sepan, lo cual les implica un alto riesgo de infarto y ACV. Entre los diagnosticados, la mayoría no está bajo control porque más de la mitad abandona su tratamiento –que es de por vida– al cabo de un año.
 
El 38% de los adultos en la Argentina son hipertensos, aunque muchos no lo sepan, lo cual les implica un alto riesgo de infarto y ACV. Entre los diagnosticados, la mayoría no está bajo control porque más de la mitad abandona su tratamiento –que es de por vida– al cabo de un año.

Los especialistas afirman que alrededor de un 70% de las personas hipertensas no tienen debidamente controlado este factor de riesgo, que los hace propensos a sufrir un ACV o un infarto de miocardio y mina lenta pero irreversiblemente su salud renal y su capacidad de envejecer lúcidos.

“El éxito del tratamiento antihipertensivo sigue estando muy limitado por la falta de adherencia, que en países como Estados Unidos, Australia y algunos de Europa es del 50 por ciento, pero en países como la Argentina no pasa del 25 por ciento”, advierte el Dr. Ramiro Sánchez, presidente del Comité Científico del XXI Congreso Argentino del Hipertensión Arterial, que se realizó entre el 10 y el 12 de abril en el Hotel Intercontinental de Buenos Aires, organizado por la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).

Se trata de las múltiples dificultades que las personas encuentran para incorporar en su vida cotidiana las pautas de un tratamiento que, por tratarse de una enfermedad crónica, es de por vida.

Uno de los especialistas que trató este tema en el Congreso de la SAHA fue Roberto Ingaramo, quien en 2005 publicó el único estudio sobre adherencia farmacológica realizado en el país a gran escala, con 1.800 pacientes.

“Allí vimos que al cabo de seis meses el 52% de los pacientes abandonaba el tratamiento farmacológico, o lo modificaba alejándose de las pautas dadas por su médico. Y los médicos suelen hacer poco o nada por revertirlo”, sostuvo.

Para el Dr. Carlos Galarza, “’adherencia’ es un término médico, pero para el paciente, seguir un tratamiento de por vida nunca es algo tan simple como ‘pegarse’ a las indicaciones del médico, con lo que la pregunta de ellos es ‘¿Cómo puedo sostener un tratamiento de por vida?’”.

ntre ambos especialistas de la SAHA dan un panorama de las tácticas y estrategias más novedosas y exitosas con que las personas hipertensas cuentan hoy para incorporar el tratamiento en su vida y no abandonarlo.

1) Comprender el objetivo y la necesidad del tratamiento. Concierne tanto al paciente como al médico, que según el Dr. Ingaramo, “no siempre se ocupa de cerciorarse de que el paciente entienda su grado de riesgo y cuál es el objetivo de tratarse”, más aún en una enfermedad que no da síntomas. Por otra parte, señala el Dr. Galarza, “sostener un tratamiento de largo plazo moviliza muchas cosas en las personas desde lo subjetivo, y no todos reaccionan de la misma manera”, y el médico debería estar preparado para contener esas diferentes respuestas.

2) Integración activa. El mejor tratamiento médico será aquel que el paciente pueda cumplir, tanto en las pautas farmacológicas como en las no farmacológicas, relacionadas con la dieta y el ejercicio. Así, recordar los horarios de toma de los medicamentos será tan importante como tal vez llevarse la vianda cada día al trabajo, u organizarse para realizar al menos una caminata de media hora tres veces por semana. Es tarea de cada cuál pensar qué ejercicio puede ser el más placentero y consultar con el médico para saber si es adecuado a sus posibilidades.

3) Involucrar a los demás. Es muy importante que alguien del entorno cercano esté al tanto de todo lo referido a las medicaciones y los horarios. “Está probado que así se logra más efectividad”, destaca Ingaramo. En los adultos mayores, señala el Dr. Galarza, “acostumbrarse a pedir ayuda a algún familiar o a quien se tenga cerca es una de las piezas fundamentales del tratamiento”. Un estudio1 hecho en Holanda y publicado en el International Journal of Medical Informatics asegura incluso que estar conectado a los seres queridos vía redes sociales proporciona mejores índices de adherencia y control en las personas con enfermedades crónicas.

4) Simplificar los esquemas. A mayor cantidad de píldoras (es decir, a mayor complejidad del tratamiento), más engorroso se le hace al paciente cumplir. Y es muy común que los tratamientos antihipertensivos involucren 3 o más drogas. “Hoy afortunadamente contamos con presentaciones que asocian más de una droga en un mismo comprimido –comenta el Dr. Ingaramo–, y sabemos que cuando en un comprimido se suman dos o tres drogas, la adherencia es mayor que cuando el paciente las debe tomar por separado”.

5) Socializar la experiencia. Participar en grupos de pacientes (que funcionan en muchos hospitales con carácter gratuito, o suelen ser organizados por los especialistas o aún por los propios pacientes) permite conocer diferentes puntos de vista, reconocer los propios temores y dificultades en los de los demás, aprehender formas y actitudes más positivas para incorporar el tratamiento en la vida y ver cómo la propia experiencia le puede servir a otros.

6) Adecuar los costos. La variedad de medicamentos antihipertensivos existentes hoy hace que siempre puedan hallarse opciones al alcance del bolsillo de cada paciente. Por eso es importante sincerar este punto: el médico debe cerciorarse de que cada medicamento que prescribe sea accesible al paciente, y éste debe informarle a su médico si piensa que el precio de lo que le están recetando puede llegar a ser un obstáculo para seguir el tratamiento.

7) Una receta siempre a mano. No para todos es tan fácil ir al médico a pedir una nueva receta cuando se acabó la medicación. El Dr. Galarza comenta que “de a poco se está sistematizando la receta crónica, para que el paciente no tenga que ir a pedir una nueva receta todos los meses, porque no siempre le resulta fácil pedir turno o ir a la farmacia, y si no hay una ayuda por ese lado, a mucha gente se le complica”.

8) Ayudas para la memoria. Algo que recuerde los horarios de toma de cada medicamento puede ser decisivo en las personas olvidadizas y, sobre todo, en las personas añosas con dificultades cognitivas. En esto valen tanto las medidas de organización (como poner los medicamentos de la mañana al lado del cepillo de dientes o de otros objetos que se usen metódicamente en el mismo horario en que hay que tomarlos) como las ayudas tecnológicas (una alarma en el celular, o pedirle a alguien que le recuerde el horario por mensaje de texto). Hay quienes hacen una marca en un registro cada vez que tomaron la pastilla; también hay medicamentos que indican los días y horarios de toma en el propio blíster: cada cual encontrará su manera de recordar mejor.

9) Cuidarse en la alimentación. Tomar los medicamentos en tiempo y forma pero comer con exceso de sal, por ejemplo, es como volver a fojas cero. Los medicamentos pueden ser sumamente eficaces, pero hay que recordar que no eximen de ninguna manera de llevar hábitos de vida saludables: mantener un peso adecuado, tener una dieta variada sin exceso de grasas ni de alcohol, no fumar y mantenerse activo, son parte del tratamiento.

10) Nuevas aplicaciones virtuales. La Sociedad Española de Hipertensión (SEH-LELHA) lanzó hace un año la aplicación Alertha, que ya casi 2.000 personas han descargado de la web, y que facilita seguir el tratamiento al paciente hipertenso y a su vez, ser seguido por el médico tratante. De fácil uso, este sistema permite que el paciente ingrese sus valores de presión y los horarios de toma de medicamentos para recibir alertas en su celular, y es una de las primeras manifestaciones de una tendencia a las ayudas tecnológicas que promete crecer en el futuro.

La hipertensión arterial, factor de riesgo presente en el 80% de las muertes por causas cardiovasculares, no es un problema de salud transitorio, sino algo con lo que la persona diagnosticada convivirá toda su vida, y por consiguiente, también el tratamiento lo es.

“Creo que lo ideal sería que cada paciente pueda tomar la pastilla y olvidarse, incorporarlo como un hábito simple más de su vida normal –reflexiona el Dr. Galarza–; pero cada cual debe encontrar su camino personal para lograrlo, porque no todos somos iguales”.

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